En su aniversario de fallecimiento recordaremos al gran George Orwell, pero lo haremos de una forma desestructurada, tal como lo era él.
George tenía una personalidad muy peculiar, a continuación algunas curiosidades...
Cuentan los biógrafos que exageraba su acento para hacerlo lo más popular posible y así huir de la imágen del típico gentelmen británico, al parecer tampoco le gustaba vestir de forma elegante, más de una vez se lo vio usando cordones de zapatos en lugar de cinto para sostener sus pantalones.Sus compañeros de la BBC británica donde trabajó desde el año 1941 recordaron que le gustaba sorber el te que se derramaba, directamente desde el plato.
Le atraían los ambientes sórdidos, solía frecuentar los albergues para personas sin hogar, o durante la guerra, los edificios derruidos por las bombas como las casas de Winston Smiths, las mismas que luego quedarían descritas en su novela "1984"
Cuando notaba que su vida se acercaba a su fin, ya ingresado en el hospital decidió esperarla vestido de esmoquin. Antes de morir realizó un balance escrito de su vida donde dejo citado "He llevado una vida miserable durante algún tiempo, pero ha sido interesante"
Por último pero no menos importante, dejaremos los "consejos para escribir" que George siempre ofrecía:
Un escritor escrupuloso, en cada frase que escribe, se preguntará
al menos cuatro cosas:
¿Qué estoy tratando de decir?
¿Qué palabras lo expresan de la mejor manera?
¿Qué imagen o frase hará que sea más claro?
¿Esta imagen está suficientemente lograda como para tener algún efecto?
Y a partir de las respuestas, probablemente se hará dos preguntas
más:
¿Podría decirlo de forma más breve?
¿He escrito algo que no suena bien y que puedo evitar?
A menudo usted puede tener dudas sobre el efecto de una palabra o
de una frase, y necesita reglas en las que se puede confiar cuando falla el
instinto. Creo que las reglas siguientes cubren la mayoría de los casos:
- Nunca use una metáfora, símil, u otra figura de intervención que
esté acostumbrado leer: evite los clichés.
- Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta.
- Si el significado no cambia, cuando dude entre poner o no otra
palabra no lo haga.
- Nunca use la voz pasiva donde se puede utilizar el activo.
- Nunca use una locución extranjera, una palabra científica o un
término de jerga si puede encontrar un equivalente en su idioma cotidiano.
- Rompa cualquiera de estas reglas antes de escribir cualquier
cosa francamente bárbara.
Corto y conciso. Las preguntas sobre el objetivo de una frase o
una palabra y si es la mejor forma de decirlo deberían hacérselas todos, no
sólo los escritores.
Usted ¿Se plantea estas preguntas cuando escribe o cuando edita y corrige?
¿Está de acuerdo con la “economía de palabras” o prefiere un estilo más
barroco?
Por: Evelin Pistelli
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